15 abril 2009
Con Ojos de Estudiante: ¿Cree usted que con la modificación a la Constitución de 1991 en términos de reelección se alteró el equilibrio de poderes?
Antonio Barreto: Con la reforma a la Constitución del artículo que permite la reelección del Presidente, sin tener en cuenta la modificación que eso introducía en el nombramiento de otras instituciones y de otras entidades de control; claro, afectó el balance de poderes. Una reforma seria y comprensiva de la figura presidencial y de la reelección debería tener en cuenta todos estos impactos en los organismos de control, la banca central y la elección de magistrados. Debería tener en cuenta pero, simplemente no se tuvo en cuenta luego, sí creo que afectó de manera significativa el balance de poderes y eso uno lo ve hoy.
COE: esa modificación fue demandada posteriormente y en la sentencia, la Corte, creo que no se ocupó de los temas importantes. Como decir que debía revisar a fondo la Constitución por parte del Congreso. A mí me parece que a la Corte le faltó empuje no sólo para decir que la modificación a la Constitución era válida sólo por una vez, también una clara alteración de los poderes y para alertar un peligro inminente para la democracia.
AB: Sí. Digamos que la Corte ha tenido dos grandes oportunidades para pronunciarse sobre esto. La que usted se refiere es muy tardía y se dio por otro fenómeno. Entró por el fenómeno de la Yidispolítica. Entonces, la Corte allí ya tenía otras ocupaciones y preocupaciones políticas presentes. Eso debió haber sido materia de esa primera sentencia que avala la moficiación. Lo que pasa es que la Corte tiene una restricción y no puede analizar de fondo, en principio, este tipo de modificaciones a la Constitución; ahí tiene que hacer un análisis de forma. Ahora, la Corte de todas maneras vía el análisis de las competencias que tiene el Congreso para hacer esa modificación ha entrado a hacer elucubraciones de fondo. Pero eso es una crítica que incluso, al interior de la misma Corte ha tenido gran contradicción. Por ejemplo, Sierra Porto, que es el magistrado más antiguo y el constitucionalista de mayor connotación entre ellos, él piensa y lo coloca en su salvamiento de voto, que la Corte no tiene por qué pronunciarse sino sólo en asuntos de forma respecto a las reformas constitucionales.
COE: Claro, porque puede desvariar y puede irse por el lado más político que jurídico.
AB: Exacto, entonces la Corte simplemente se limitó a decir que no sustituía la Constitución, ésa modificación. Haber dicho eso ya fue muy avanzado para lo que se esperaba desde muchos, que dijera. Esos muchos decían que solamente se iba a limitar al análisis de forma. Entonces pensar que la Corte hubiera llegado a decir cosas como esas; que se alteraba el balance de poder no estaba en la mente de muchos porque la Corte hasta ahora estaba avanzando otra tésis política muy avanzada que era: nosotros podemos controlar políticamente al Congreso incluso cuando modifica la Constitución analizando los vicios de competencia.
COE: de aprobarse otra vez la modificación a la Constitución que permita una nueva reelección, ya vimos que ayer se radicó el proyecto de acto legislativa, ¿Qué consecuencias de fondo tendría? Ahí sí tendría que decir la Corte ‘esta vaina no va’, o el Congreso mismo debería decir esto tiene que ir de la mano, digamos, de un estudio muy serio y muy estructurado que tenga en cuenta todos los niveles y todas sus consecuencias porque es en todos los niveles que se verá su impacto.
AB: Claro, claro. Pues en la práctica, si se acepta esta modificación nuevamente sin contemplar el impacto que ello tiene en los organismos de control, en nombramiento de altos funcionarios del Estado, sería nefasto. Mucho más grave de lo que tenemos hoy día. Ahora bien, ¿qué es lo que puede decir el Congreso, qué es lo que puede decir la Corte? El Congreso en principio debe leer a la Corte Constitucional, y la Corte lo que ha dicho hasta ahora es, claramente, que una sola reelección del Presidente no sustituye la Constitución. Lo que dijo fue, una.
COE: Dos ya cambia el panorama…
AB: Dos cambia completamente el panorama, diría yo. Eso tiene un contraargumento fuerte también y que uno no puede desestimar. Y es que varios de la Corte lo han insinuado en las entrevistas…
COE: Como Pinilla…
AB: Como Pinilla, han insinuado que la voz del pueblo es el constituyente primario y que por lo tanto la modificación es viable. Entonces, tenemos esas dos orillas con varios argumentos porque hay más de uno de otro lado. Pero que aquí constitucionalmente está esto para ser debatido, ahora bien, independientemente de los argumentos jurídicos que se enarbolen y se pongan sobre la mesa, aquí ya todos sabemos de qué se está hablando y ya sabemos para dónde vamos.
COE: Ya todas las vías están copadas: el referendo sobre la mesa pero que es probable que lo retiren, con el llamado a indagatoria de Giraldo…
AB: Muy cuestionado y muy salpicado. Con el llamado a indagatoria es un dictamen de fallecimiento. Pero, en este país desafortunadamente hemos visto esperpentos entonces, uno tampoco puede descuidar que el referendo siga su camino. Como está, está súper salpicado y es por eso que sacaron este nuevo salvavidas.
COE: Antonio, ¿cómo blindar a la Corte Constitucional de politiquería?
AB: Esa pregunta es, desde un punto de vista de Estado, de Estadista, usted tiene que tener en cuenta de todas maneras que la Corte Constitucional hace política. Lo que pasa es que no puede hacer política partidista. Ni tampoco que esté siempre en connivencia con el Presidente de turno. Eso es lo que uno como Estadista debe tener en cuenta: por una parte no se trata de aislarlos completamente de la política porque digamos, ese esquema de hecho ya lo tuvo Colombia desde el plebiscito de 1957 a la Constitución de 1991, ellos se nombraban por cooptación. Era una cooptación plena: ellos mismos seleccionaban las listas de elegibles y ellos mismos votaban por esa lista. Entonces, entre nosotros magistrados armamos la lista y entre nosotros votamos para ver quién nos sucede. Eso blindaba completamente a la magistratura de cualquier avance que pudiera tener la política.
COE: Pero eso terminó creando una especie de mafia…
AB: Creó lo que muchos denominaron una aristocracia. Y por la manera como fue iniciado, también es algo falaz decir, aunque algunos lo sostienen pero yo no estoy de acuerdo, que estaba completamente blindada de la política porque la Corte Suprema también debía respetar la regla frentenacionalista de mitad conservadores mitad liberales. Entonces allí también habían puestos mitad conservadores mitad liberales. Por la puerta de atrás también entró la influencia política.
COE: ¿Qué tan malo sería volver a un sistema de cooptación?
AB: Yo no estaría de acuerdo con un sistema de cooptación plena. Yo sí creo que debe haber algún impacto o injerencia de la política. Pero, en el fondo lo más conveniente es combinar el eje de control político con el eje de control meritocrático. Y creo que eso es lo que en estas últimas dinámicas de selección de magistrados, Corte Constitucional y Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, es donde se ha visto que el eje de la meritocracia ha venido a relegarse a un segundo plano y eso no puede relegarse a un segundo plano. Entonces hay que mirar esquemas, y por eso le digo que esta discusión es súper amplia es para que uno dictara una materia seis meses, para ver qué esquemas. Yo creo, Santiago, que incluso tres ejes. Un eje, es el eje de lo democrático. Es decir, que tengan alguna sostenibilidad democrática. El segundo es el eje de control político. Es que los políticos, la clase política también tengan algún tipo de acicate en esos magistrados. Finalmente son los altos funcionarios que los van a controlar a ellos. El tercer eje es el meritocrático y es, que tengamos gente competente.
COE: Que es lo que en este momento se pone en tela de juicio…
AB: En la Corte Constitucional lo que está en tela de juicio es si los nuevos magistrados son competentes o no, uno. Pero dos, también lo que está cuestionado es si son fácilmente influenciables a las veleidades políticas del gobernante de turno. Ahí está el eje de control político: qué tanta autonomía tiene.
COE: Recientemente salió un artículo de Uprimny en el que señalaba que los jueces debían ser ingratos para con sus electores. Digamos que esa sería la ingratitud que estaría en tela de juicio con estos nombramientos…
AB: Claro, y esto se ha visto. Está la anécdota de Roosevelt que le preguntan cuáles son sus mayores fallas en el gobierno y él dice que sus mayores fallas fueron haber nominados a los magistrados que nominé para la Corte Suprema de Justicia quienes luego le dieron la espalda y fallaron en contra de él varias cosas.
COE: Antonio, en cuanto al proyecto de ley que se presentó que propone la reelección indefinida de alcaldes y gobernadores, ¿usted cree que está en peligro la democracia colombiana?
AB: Pues a mí la figura de reelección indefinida no me gusta personalmente. No hay una presión para que haya cambios en los gobernantes, haya transición y por lo tanto una modificación y una dinámica en donde varios aspiren y otros nuevos que surgen también puedan aspirar a lo mismo.
COE: Sobretodo en pueblo alejados… Eso tiende a crear los llamados ‘caciques’.
AB: Si usted mira la historia de nuestro país está llena de caciquismos. Está llena de los señores feudales locales. Entonces una regla como ésta facilita justamente, que ellos sigan predominando. Yo sí prefiero instituciones que den nuevos aires. La reelección indefinida no da. Yo simpatizaría con una reelección nada más, sólo una. Es decir, el esquema de que usted gobierne una vez y luego le den otro gobierno en donde el pueblo pueda manifestar su castigo al gobernante por haber gobernado mal, entonces no lo reeligen o su premio al gobernante por qué gobernó bien. A mí me gusta, me parece un buen esquema.
COE: Eso es un buen incentivo, ¿no?
AB: Es un buen incentivo pero máximo dos. De ahí en adelante….
COE: Indefinida es irresponsable….
AB: Indefinida es súper irresponsable porque es un incentivo institucional nocivo para que el mismo gobernante haga todas las movidas posibles para seguir perpetuándose. Él es el que tiene el poder, no uno. Ése es el punto.
COE: Es una clara desventaja para los otros. Es un juego que está desbalanceado. Antonio, ¿cómo hacerle entender a la gente la importancia de la Corte Constitucional y de la protección de la misma?
AB: Esa es una magnífica pregunta. Yo creo que ese es uno de los cambios enormes entre la Constitución de 1886 y la de 1991. EN la de 91 por lo menos, ya varios se empezaron a preguntarse “bueno y ¿Quiénes son esos nueve que comienzan a tener tanto poder, o modifican o tumban reformas tributarias?”. Yo creo que sí es importante que la gente se sensibilice en cuanto a lo que hace la Corte. ¿Cómo? Que es su pregunta… pues digamos la tutela ha ayudado mucho. La tutela ha tenido una labor pedagógica a lo largo y ancho del país, la gente más o menos tiene conocimiento de lo que es la tutela y eso es un modo de responder a su pregunta: con mecanismos que se acerquen más al pueblo. ¿Cuáles? La acción de tutela por ejemplo. Otros, de todas manera para que la gente sepa la importancia son los debates, opinión, cada vez más volver lo que diga la Corte un debate público en donde la gente pueda decir en qué está de acuerdo y desacuerdo.
COE: Como por ejemplo las audiencias públicas que propuso Elección Visible… ¿Esas audiencias públicas se podrían volver requisito para la elección de magistrados?
AB: Pues ojalá se pensara en un procedimiento en donde la gente tuviera voz y ese procedimiento fuera obligatorio. Ciertos pasos, que sean incluso para que la gente sólo sepa, no espacios de veto.
COE: Que no sea un obstáculo digamos…
AB: Exacto. Que sea obligatorio que se llevan a cabo. Yo creo que eso podría ser una buena idea. Elección Visible es una buena iniciativa pero yo creo que amerita un estudio particular para que se dé cuenta la gente que lo que hizo Elección Visible pues fue, muy buena voluntad pero por ser la primera vez no tuvo mucho impacto y eso le conviene a los políticos.
COE: Sobretodo que, tal vez en la última elección los candidatos a magistrados no tenían ninguna esperanza de nada porque ya sabían que hacían parte de las llamadas “ternas de uno”, y ya sabían cuales eran los elegidos. Entonces llegaron y hablaron dos minutos y chao. Creo que ni siquiera fue televisada.
AB: No, no fue televisada. Incluso Valdivieso manifestó su desacuerdo por que parece que las balotas de votación que pasaron sólo tenían un nombre. Es decir, era tan irrespetuoso, tan teledirigido y amañado el procedimiento que no les pasaron la balota con tres nombres sino sólo uno.
domingo, 19 de abril de 2009
martes, 14 de abril de 2009
¿En qué anda Samuel?
La semana pasada llovía y llovía en Bogotá (y ya se había inundado gracias al río Fucha). Caminaba una tarde por el centro, cerca de la décima dónde las personas se portan como ganado arisco tratando de esquivar las obras de transmilenio, los amigos de lo ajeno y los buses que intentan atropellarlos. Después de caminar un par de cuadras me di cuenta de lo repugnante que me resultaba ese lugar; las basuras se acumulan en todas las esquinas, los habitantes de la calle hacen su necesidades en cualquier poste, los vendedores ambulantes ocupan el pequeño espacio que habilitó el concesionario para los patones en el andén y el smog de los buses y busetas realmente llega al punto de asfixiar cuando se pone la luz del semáforo en verde.
A todas estas me puse a preguntas, ¿qué ha hecho el Alcalde mayor para evitar estos problemas? ¿Dónde está un plan serio que incentive el uso de canecas y la recolección responsable de basuras? ¿Cuándo se empezarán a preocupar por el crecimiento acelerado de la población de habitantes de la calle que en su inmensa mayoría sufren graves trastornos de drogadicción? ¿Cuándo harán que los transportadores cumplan las normas ambientales y chatarricen los vehículos que contaminan irresponsablemente el aire de los bogotanos? ¿Qué pasó con las normas que prohibían la invasión del espacio público?
Es realmente desagradable caminar por la décima. El pequeño corredor está infestado de vendedores ambulantes que tienden sus tapetes e invaden la mitad del camino lo que conlleva a que la gente se estrelle, empuje y hasta pegue por tratar de pasar rápido porque va de afán. No exagero. Falta un control permanente de la Policía para que no monten sus negocios y obstaculicen el paso a los transeúntes en una de las zonas más concurridas de la Ciudad. Ni hablar de la higiene, el lugar está regado de basura por todas partes. Principalmente viene de la gente maleducada que no viendo una caneca al alcance de la mano decide dejarlo caer al piso y seguir su marcha en vez de caminar unos cuantos pasos y esperar encontrar una caneca. Claro está que también influye el factor de los habitantes de la calle y los llamados recicladores que de manera irresponsable y casi criminal rompen las bolsas de las basuras en busca de residuos o materiales que tengan algún uso y no recogen el desastre que dejan. Tampoco la Policía hace los controles estrictos que merece una problemática tan seria para la salud pública.
¿Dónde quedaron esas políticas públicas que apuntaban a la educación de los ciudadados?
También es bien sabido que las mafias del transporte público bogotano le hacen conejo a las normas de tránsito cuando se les da la gana y ningún alcalde ha tenido las agallas para enfrentarlos y ponerlos en su sitio. Tan sólo ayer se supo gracias a un estudio del parlamentario Simón Gaviria preocupantes cifras que revelan que conductores y propietarios de buses le deben millonarias sumas al Distrito en infracciones de tránsito. Tampoco ha logrado el Concejo de Bogotá hacerle frente a esta problemática y aprobar acuerdos que induzcan al infractor a cancelar su deuda con la Ciudad. Un ejemplo de este seria la posible extinción de dominio sobre el vehículo además de la revocatoria del cupo o licencia, bien sea el caso de un taxi o bus de servicio público respectivamente. Tampoco al Congreso le ha importado este tema que bien se puede extender a nivel nacional con los grandes transportadores de pasajeros por carretera, ampliamente reconocidos por ser los mayores causantes de fatales accidentes que dejan miles de muertos al año en las peligrosas vías nacionales.
No obstante lo anterior, el asunto de mayor gravedad me parece el de los habitantes de la calle. Cada vez más se acostumbra a ver en todas las esquinas de Bogotá a estos ciudadanos que vagan por las calles tratando de conseguir plata para comprar la dosis diaria. Es preocupante pensar que cada vez son menos efectivos los planes mediocres con los que cuenta la Alcaldía mayor, y claro está, las menores en sus respectivas localidades. También es preocupante pensar que de salir triunfante la iniciativa oficialista que pretende penalizar el consumo, estos individuos que son verdaderos enfermos con problemas graves y de fondo inevitablemente terminarían en una cárcel. ¿Por qué? Principalmente porque está comprobado que a los adictos no se les puede obligar a dejar de consumir sino que éste debe dejar de hacerlo por iniciativa propia. Recordemos que el proyecto de acto legislativo radicado tiene como sanción al abandono del programa de rehabilitación la pena privativa de libertad en caso de ser encontrado reincidiendo en el consumo.
Parece ser que el Alcalde Samuel tampoco le va a hacer frente a las mafias del transporte. Ni tampoco va a preocuparse por la salud pública de miles de colombianos que caminan por las calles del centro de Bogotá y se encuentran que ese panorama tan repugnante y asqueroso. Es poco probable por igual que intente promover programas educativos que provoquen un efecto positivo en el comportamiento del colectivo.
Frente al tema de los habitantes de la calle, está visto que para nuestros dirigentes ese capital humano vale la suma de cero y no merece ningún tipo de inversión, ni de tiempo ni de plata.
A todas estas me puse a preguntas, ¿qué ha hecho el Alcalde mayor para evitar estos problemas? ¿Dónde está un plan serio que incentive el uso de canecas y la recolección responsable de basuras? ¿Cuándo se empezarán a preocupar por el crecimiento acelerado de la población de habitantes de la calle que en su inmensa mayoría sufren graves trastornos de drogadicción? ¿Cuándo harán que los transportadores cumplan las normas ambientales y chatarricen los vehículos que contaminan irresponsablemente el aire de los bogotanos? ¿Qué pasó con las normas que prohibían la invasión del espacio público?
Es realmente desagradable caminar por la décima. El pequeño corredor está infestado de vendedores ambulantes que tienden sus tapetes e invaden la mitad del camino lo que conlleva a que la gente se estrelle, empuje y hasta pegue por tratar de pasar rápido porque va de afán. No exagero. Falta un control permanente de la Policía para que no monten sus negocios y obstaculicen el paso a los transeúntes en una de las zonas más concurridas de la Ciudad. Ni hablar de la higiene, el lugar está regado de basura por todas partes. Principalmente viene de la gente maleducada que no viendo una caneca al alcance de la mano decide dejarlo caer al piso y seguir su marcha en vez de caminar unos cuantos pasos y esperar encontrar una caneca. Claro está que también influye el factor de los habitantes de la calle y los llamados recicladores que de manera irresponsable y casi criminal rompen las bolsas de las basuras en busca de residuos o materiales que tengan algún uso y no recogen el desastre que dejan. Tampoco la Policía hace los controles estrictos que merece una problemática tan seria para la salud pública.
¿Dónde quedaron esas políticas públicas que apuntaban a la educación de los ciudadados?
También es bien sabido que las mafias del transporte público bogotano le hacen conejo a las normas de tránsito cuando se les da la gana y ningún alcalde ha tenido las agallas para enfrentarlos y ponerlos en su sitio. Tan sólo ayer se supo gracias a un estudio del parlamentario Simón Gaviria preocupantes cifras que revelan que conductores y propietarios de buses le deben millonarias sumas al Distrito en infracciones de tránsito. Tampoco ha logrado el Concejo de Bogotá hacerle frente a esta problemática y aprobar acuerdos que induzcan al infractor a cancelar su deuda con la Ciudad. Un ejemplo de este seria la posible extinción de dominio sobre el vehículo además de la revocatoria del cupo o licencia, bien sea el caso de un taxi o bus de servicio público respectivamente. Tampoco al Congreso le ha importado este tema que bien se puede extender a nivel nacional con los grandes transportadores de pasajeros por carretera, ampliamente reconocidos por ser los mayores causantes de fatales accidentes que dejan miles de muertos al año en las peligrosas vías nacionales.
No obstante lo anterior, el asunto de mayor gravedad me parece el de los habitantes de la calle. Cada vez más se acostumbra a ver en todas las esquinas de Bogotá a estos ciudadanos que vagan por las calles tratando de conseguir plata para comprar la dosis diaria. Es preocupante pensar que cada vez son menos efectivos los planes mediocres con los que cuenta la Alcaldía mayor, y claro está, las menores en sus respectivas localidades. También es preocupante pensar que de salir triunfante la iniciativa oficialista que pretende penalizar el consumo, estos individuos que son verdaderos enfermos con problemas graves y de fondo inevitablemente terminarían en una cárcel. ¿Por qué? Principalmente porque está comprobado que a los adictos no se les puede obligar a dejar de consumir sino que éste debe dejar de hacerlo por iniciativa propia. Recordemos que el proyecto de acto legislativo radicado tiene como sanción al abandono del programa de rehabilitación la pena privativa de libertad en caso de ser encontrado reincidiendo en el consumo.
Parece ser que el Alcalde Samuel tampoco le va a hacer frente a las mafias del transporte. Ni tampoco va a preocuparse por la salud pública de miles de colombianos que caminan por las calles del centro de Bogotá y se encuentran que ese panorama tan repugnante y asqueroso. Es poco probable por igual que intente promover programas educativos que provoquen un efecto positivo en el comportamiento del colectivo.
Frente al tema de los habitantes de la calle, está visto que para nuestros dirigentes ese capital humano vale la suma de cero y no merece ningún tipo de inversión, ni de tiempo ni de plata.
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