domingo, 13 de abril de 2008

Correa y ahora… Méjico

Vuelve a arremeter contra la dignidad del pueblo colombiano el sensacionalista presidente Correa.

No entiende ni va a entender la naturaleza del conflicto colombiano jamás pues, a pesar de compartir fronteras el ignorante Correa la estima de “guerra civil” cuando ni siquiera los académicos han intentado tildar el conflicto de tal naturaleza. No se ha reconocido nunca como tal y siempre se le ha denominado como es: conflicto interno. Para que se le pueda dar tal apelativo al combate que sostiene las fuerzas armadas con los cada vez más débiles –tanto ideológica como táctica y estratégicamente- FARC, debe estar probado que se trata de una fracción del territorio y de la población luchando por igual contra otra.

Así mismo, es ampliamente reconocido que la naturaleza de las FARC no es la revolucionaria como pretenden que el mundo los recuerde, de eso poco o nada queda y no esperamos que vuelva a revivirse el espíritu revolucionario como si se trata del ave fénix.

Tampoco entiende el presidente mejicano que no se trataban de mejicanos civiles cualesquiera, ¿cómo puede justificar la presencia de éstos en el campamento de las FARC? Dice el presidentico, académico. Todos vimos los videos difundidos por medios ecuatorianos donde claramente se les ve de tiempo atrás, compartiendo con los guerrilleros no sólo el régimen de entrenamiento sino también gozando de actividades de esparcimiento sobre todo en el cumpleaños del tristemente célebre terrorista de Raúl Reyes. No podemos olvidar las insolentes declaraciones de tantos presidentes que le rindieron honor a este insurgente criminal como si se tratara de un prócer de la República. Y además, en hostiles declaraciones –en gran parte gracias a la presión de la Universidad Autónoma de México- hace “suya” la exigencia de justicia.

¿Justicia? Me parece a mi que ya se hizo, se sacaron del plano cuatro semillas de revolución y terrorismo y se les dio de baja oportunamente antes de que pudieran difundir la “teoría” revolucionaria que les inculcaba su “maestro”, el propio, Reyes. Sin embargo, el digno gobierno colombiano siempre acompañado de su diplomacia –de la que carece Correa- sale a expresar públicamente su disgusto por las constantes declaraciones equívocas del presidente Correa pues en el mismo día en que ataca al gobierno colombiano y desestima la naturaleza de las pruebas entregadas por el gobierno colombiano que demostrarían nexos del gobierno de Correa y miembros del mismo, con las FARC, sale a alagar la gestión de Uribe.

Las desestima por que no tiene cancha para decir lo contrario, ni probar que no pueden sobrevivir a explosiones los computadores como ya ha quedado demostrado en múltiples ocasiones donde los mismos, han proveído información clave para la lucha contra el terrorismo y la defensa de la seguridad nacional. Ecuador no tiene experiencia militar, no conoce de explosiones ni mucho menos de ataques, Colombia -mal que bien- tiene una amplia experiencia en ese campo.

Tampoco reconoce Correa el carácter pluridemocrático y participativo de nuestra democracia, ni tampoco le reconoce que sea más estable que muchas de las democracias sudamericanas, ni tampoco su carácter garantista y el espíritu de lucha contra la insurgencia que ha demostrado el gobierno Uribe. No le faltan pantalones tampoco para acusar públicamente al gobierno de paramilitar y mafioso, pero sale corriendo cuando se le hace alguna pregunta que requiera de una respuesta concreta, precisa y verídica: ¿sabía el gobierno ecuatoriano de la presencia de las FARC en su territorio? Unas veces dice que no, otras que sí, otras veces dice que lo hay son campamentos de paso y no permanentes. Disculpe presidente, ¿un campamento de paso tendría televisores plasma? En su estúpida imaginación puede que piense que sí, desconoce tanto del conflicto colombiano como de su propio país, y parece siempre, una mula mediática que responde con la ligereza argumentativa de un niño de primaria.

Se demostró la superioridad del gobernante colombiano en la cumbre de Rio donde se demostró que los colombianos tenemos un presidente que nos representa y nos defiende con honor y dignidad y sobre todo: con argumentos. Me he cansado de sentirme indignado por las declaraciones hostiles de gobernantes latinoamericanos que han atentado contra el pueblo colombiano. Ya nos zafamos del siempre inoportuno, siempre ignorante y siempre grosero Ortega. El vecino bolivariano aparentemente tiene un tono reconciliador en sus intervenciones y busca generar un ambiente propicio para que se sigan realizando liberaciones y trabajando en busca de una solución de paz.

Pero Correa, parece no desistir en su lucha por desprestigiar a nuestro país aduciendo como razón válida que el gobierno colombiano ha emprendido una “lucha mediática” en contra de su gobierno. Pues presidente, si el gobierno colombiano expone ante los medios pruebas, es para pedir públicamente que se revisen, sin ánimo de desprestigiar a nadie. Vamos a tener que esperar que el presidentico Correa deje su odio a un lado y pase al plano de los argumentos y por esa misma vía no mire por el retrovisor si no trabaje para solucionar una confrontación binacional que no puede ni debe pasar a mayores. Por su parte, el mexicano tiene su derecho a preocuparse de sus conacionales pero siempre desde una óptica objetiva: estaban en un campamento de las FARC con los uniformes de la FARC y con fusiles de las FARC.

¿Diría lo mismo el presidente si en un bombardeo de las fuerzas norteamericanas a al qaeda cayera un mexicano? Probablemente no, por lamerle las bolas al tio sam. Pues presidente, le tocó quedarse esperando por la “justicia” pues para nosotros, los colombianos, ya se les hizo justicia aquél primero de marzo cuando bombardearon las semillas de un guerra está por terminar.

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