Hemos sido testigos de las ofensas de Chávez y todo parece indicar que la indignación del pueblo colombiano duró poco. Sin embargo, las arremetidas del presidente bolivariano se hacen cada vez más agresivas y el tono subió hasta amenazar con las balas. La conocida guerra armamentista del presidente vecino debería prender todas las alarmas de nuestras fuerzas militares. Sin embargo, la política que ha adoptado el gobierno Uribe ha logrado su objetivo: dejarlo hablando solo. El presidente Chávez, necesita valerse de cualquier pretexto para desviar la atención de los medios –y de paso de su hinchada chavista- de la ya muy difícil situación que se presenta al interior de su propio país.
Es cierto que la rabieta de Chávez se pudo haber evitado con una llamada de Uribe haciéndole conocer su disgusto y la consecuente suspensión de su tarea de mediador. Pero lo que no se explica tan explícitamente es el por qué de los recientes insultos del presidente nicaragüense.
Resulta ser que desde principios de los años ochenta, Ortega llegó al poder por medio de un discurso en el que prometía devolver la soberanía –que nunca ha tenido- sobre el archipiélago colombiano al pueblo nicaragüense. La demanda internacional presentada en contra de Colombia en la que se ponía en entredicho la validez del tratado Esguerra-Barcenas fue interpuesta por el mismo Ortega frente a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Es decir, lo que el presidente nicaragüense actualmente sufre es un caso agudo de resentimiento por el pronunciamiento de la CIJ en el que se ratifica la validez del tratado firmado en 1928 y el protocolo de 1930.
Como vemos, ambas arremetidas contra el pueblo y el gobierno colombiano se deben al ego de ambos presidentes, que ante la humillación pública se ven en la necesidad de devolverse un poco de dignidad al atacar al presidente Uribe directamente. Adoptando un discurso que probablemente el mismo Chávez escribió, Ortega sale ante los medios con su insignificante retórica, repitiendo las mismas palabras de Chávez, de su diplomacia de machete. No sólo insulta al presidente Uribe con los mismos adjetivos con los que se refiere el mandatario veneco, sino que le manda saludes públicamente a través de los medios –y reproducidos a la vez por todo el mundo- al ignorante de Marulanda, le llama “hermano” y lo alienta a seguir con su revolución. No nos debe preocupar la rabieta del presidente nicaragüense que ya advierte va a seguir por un largo tiempo, por lo menos hasta la próxima instancia de la CIJ donde se resuelva la suerte de cayos aledaños cuya soberanía sí está en disputa.
Del mismo modo, el gobierno colombiano debe mantener su posición de firmeza frente a la soberanía del archipiélago y la calma frente a las agresiones de los vecinos. Claro es, que nuestras fuerzas militares no deben estar buscando nada diferente a combatir la difícil situación de orden interno. Es imperativo que el pueblo, tal como se manifestó el 4 de febrero, se una en un gran acuerdo para despreciar los insultos a la dignidad.
El presidente Chávez ya todo el mundo sabe cómo es, la novedad es Ortega, que se haya convertido en un títere más que le sigue la corriente a Chávez por su propio resentimiento, demuestre el hecho de que es un ignorante que no tiene argumentos y que toda su retórica es producto de la manipulación del presidente bolivariano.
Le pido presidente Ortega, calle su boquita "revolucionaria" que con ella le hace daño sólo al pueblo nicaragüense y su propia autoestima. Chávez por su lado, sólo le auguro un futuro oscuro con el sol en la espalda.
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